El lector ha salido de la biblioteca, se ha quitado las gafas, no presume de títulos ni se entierra entre volúmenes.
Antonio José Bolívar Proaño es EL LECTOR, aunque no conoce a Julien
Sorel ni a don Quijote ni a Tolstoi ni a Kafka, porque no salen en las novelas de
amor malas que él lee.
El personaje de Sepúlveda nos recuerda el poder de la lectura, pero también
el rito, la mirada sobre el libro como objeto, y sobre todo, nos emociona y nos
inquieta ante una estampa: la de la verdadera construcción de la imaginación.
Antonio José Bolívar Proaño nunca ha visto una ciudad europea ni nada
parecido, ni ha amado ni por supuesto ha besado ardorosamente, pero es el mejor
lector que Venecia y sus idilios en góndola hubieran podido siquiera alcanzar a
desear.
Inteligente y muy original el enfoque de este comentario que atrapa, además, lo esencial del personaje de Sepúlveda.
ResponderEliminar