5 de mayo de 2014

Desmontando un best seller. Isabel Allende: La casa de los espíritus




Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.
Alfonsina Storni

Me pregunto qué es primero, la novela o el superventas. Es bastante inocente pensar que los lectores tenemos capacidad de elección, pero ¿en qué momento se decide que un libro tendrá éxito?
Me atrevería a pensar que cualquier cosa que hubiera escrito esta mujer con este apellido (siempre que tuviera un poquito de historia de Chile, un poquito de fantasía, un montón de personajes, amores y desamores, 600 páginas) hubiera seguido el mismo camino: directo a los escaparates de las librerías.
Nos han vendido La casa de los espíritus a través de dos grandes tópicos vacíos: novela de realismo mágico y novela de mujeres.
Lo de Allende no es realismo mágico, es simple exageración. Hablar de videntes y supuestos poderes sobrenaturales no basta para que la chilena merezca aparecer en una lista a continuación de Elena Garro y Gabriel García Márquez. El realismo mágico no se finge con cuatro anécdotas porque es algo intrínseco a los ambientes, a los personajes, al concepto de escritura y de vida de un autor.
No sé ni quiero saber qué es una novela de mujeres. No sé cómo leemos las mujeres en comparación con los hombres ni por qué somos las grandes consumidoras de best sellers, novelas de sagas familiares y “literatura ligera”. No deja de sorprenderme que Vogue, ese gran referente para cualquier mujer que se precie (...), haya publicado La casa de los espíritus por entregas. En cualquier caso, Clara, Alba, Nívea, Blanca…, no se me antojan nombres “luminosos”, como dice Allende. Me parecen demasiado atrapados en connotaciones machistas, como sus poseedoras. Ya lo dijo Alfonsina en su "poema de mujeres".
Da la impresión de que Allende tenía un buen plan, buenas intenciones, buenos referentes, pero para un lector exigente, se queda corta.
Lo hace con un Esteban Trueba narrador bastante chirriante y que no se corresponde con el Esteban Trueba personaje.
Lo hace con un estilo lleno de enumeraciones vacías que convierten la novela en una descripción constante, con poca tensión narrativa, avanzando hacia un final que nunca es un final.
Y sobre todo lo hace fallando en los personajes. Pone expectativas en cada uno de ellos para traicionarlos: una Rosa fantástica de pelo verde que mata en el primer capítulo, un Esteban férreo que reniega de sus ideas políticas, un cantautor que de pronto se esfuma en Canadá para acomodarse entre la burguesía… Y así uno por uno, como queriendo quitárselos de encima.
Allende descubrió muy pronto su particular fórmula del éxito y la repetirá en muchas de sus novelas: sagas familiares, mujeres, un poco de historia, descripciones, ciertos tópicos (del estilo venganza, incesto o dos hermanos enamorados de la misma mujer) y algún que otro personaje real.
Repito, para lectores exigentes. Para momentos de menos exigencia, no está nada mal. 





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