24 de febrero de 2015

Coincidencias II


En Diario de la guerra del cerdo un personaje de Bioy se quejaba:

“-Hay que oponerse al cambio de nombres. Cada veinte años cambian las casas, cambian los nombres de las calles…
-Cambia la gente (…)
-No hay razón para considerar que es la misma ciudad”.

En Aura también cambian las calles, y disparatadamente, los números:

“Caminas con lentitud, tratando de distinguir el número 815 en este conglomerado de viejos palacios coloniales convertidos en talleres de reparación, relojerías, tiendas de zapatos y expendios de aguas frescas. Las nomenclaturas han sido revisadas, superpuestas, confundidas. El 13 junto al 200, el antiguo azulejo numerado «47» encima de la nueva advertencia pintada con tiza: ahora 924 (…) bajas la mirada al zaguán despintado y descubres 815, antes 69”.



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