En general la novela resultó un tanto
“cargante”, por lo repetitivo que resultaban las reflexiones del protagonista. Monótonas
e inquisitivas cuestiones acerca de la coprotagonista, de sus relaciones con el
resto de los personajes y de sus reacciones respecto a Castel, sin respuesta objetiva y que solo incrementan
el misterio sobre María, sin que este llegue a resolverse. Este suspense dará
pie a que el lector demande una continuación o, al menos, aclarar la realidad
de María.
Aunque algunos de nosotros ya la
habíamos leído, ahora con el paso del tiempo, con el cambio de mentalidad
experimentado por nuestra sociedad respecto a las relaciones entre hombres y
mujeres en cuanto a cuestiones de pareja, percibimos otra premisa que antes
apenas parecía latente y que ahora la vemos tan claramente que incluso
sobresale por encima del tema principal pretendido por el autor. (Permitiéndome
un inciso diré que esto me lleva a pensar que la literatura es algo vivo, que
nace, crece…, se transforma con los años, con los lectores, con las
circunstancias sociales…). Si en un
principio juzgamos la novela como una manifestación existencialista, ahora
vemos más. Las actitudes, los
pensamientos, las frases de Castel están impregnadas de un machismo ancestral,
acompañado de su enorme egocentrismo, que lo llevan a ejercer un maltrato
psicológico e incluso en ocasiones físico sobre María.
El principio es el final del relato,
presenta en ello cierto anacronismo. Personalmente pienso que el motivo
principal de Castel al relatar su crimen es hacer una introspección, tal vez
para conseguir averiguar algo más sobre María; tal vez para objetivar ante los demás su acción, aunque manifiestamente
se siente superior, soberbio, altivo, y despreciativo o, tal vez por eso, para jactarse; tal vez para hallar su ventanita, su esperanza
para huir de su esquizofrenia.
Un ser solitario por decisión propia,
dominado por una obsesión, por los celos hacia una mujer, misteriosa en los
comienzos y que así permanece, incluso después del final. ¿Como la vida? Tal
vez en esto se vea el existencialismo. El conflicto del ser. ¿Es María el
reflejo de la vida? ¿Acaso el pintor
quiere dibujar a la vida del mismo modo que trata a la mujer? Como enfermedad y,
al mismo tiempo, como salvación que no logra orientar.
En cualquier caso, la estructura de la
novela se nos presenta como un túnel, pero con una salida, ventana, abrupta,
brutal, reflejo de la búsqueda paulatina y constante que nos acerca al final. Bien
podría haberla titulado La Ventana,
aunque parecen contraponerse ambos títulos, según el sentido espiral que le imprime, girando sobre sí misma, una y
otra vez, como el pensamiento del protagonista.
El relato de una paranoia narrado
obsesivamente.
Ernesto Sábato
El
túnel
Madrid, Cátedra, 2005
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